El PRI apuesta a una cara joven pero no excluye el guión típico, esa liturgia anacrónica que consagra el designio de un gran elector, el “dedazo” perpetuo como se registra en este tiempo y en el pasado. Algo en este embrollo nos recuerda aquella sentencia: cambiar para seguir siendo el mismo.
El PRI aún padece una resaca derivada de perder siete de doce gubernaturas en los pasados comicios; los niveles de aprobación del presidente Enrique Peña Nieto, primer priista en el catálogo de usos y costumbres del tricolor, son muy bajos, casi a ras de suelo, en síntesis, la actualidad le arrebata la etiqueta de favorito con miras a 2018.
Los tecnócratas se aprestan para tomar la estafeta en un relevo generacional que deja más dudas que certezas, Enrique Ochoa Reza será dirigente del PRI sin una trayectoria que lo avale, carente de experiencia saltará de la burocracia para ocupar el sitial que hasta hace poco ocupó Manlio Fabio Beltrones. A golpe de tradición que enmarca al jefe del Ejecutivo como el “líder nato” del partido.
La actualidad parece beneficiar al dirigente de Morena Andrés Manuel López Obrador y a la panista Margarita Zavala, que figuran como punteros en las encuestas, en tanto el PRI vive sus derrotas recientes con todas sus consecuencias. Enrique Ochoa Reza, quien estuvo al frente de la Comisión Federal de Electricidad ya está listo para el abordaje, un rostro nuevo, un personaje con nula experiencia partidista que en algún momento aspiró a ser consejero del Instituto Nacional Electoral.
Los presagios en el PRI no son los mejores, algo ha sucedido que el oficio político se extinguió o casi, la ideología nunca fue el tema central del tricolor porque lo ha sido el poder, finalmente para esa causa se formaron los partidos políticos sólo que la carga negativa es brutal.
Apegados a lo que dice su manual, los sectores priistas brindarán su respaldo al joven tecnócrata con aspiración a político, ese procedimiento no varía porque la democracia interna es una quimera y la sumisión una práctica recurrente.
Los problemas derivados de las reformas estructurales juegan en contra del partido del presidente, no se observan beneficios tangibles, la economía nacional da tumbos y en el PRI casi no hay espacios para la autocrítica aunque el diagnóstico más elemental indica que enfrenta un riesgo mayor que en otras ocasiones para ser destronado.
Las organizaciones son marcadas por su origen, como lo plantea Max Weber, el PRI fue fundado desde el poder para el poder desde la cumbre, su fundador Plutarco Elías Calles señalaba en 1929 que el tiempo era de las instituciones y no más de los caudillos, aunque él no dejó de serlo hasta que el general Lázaro Cárdenas lo expulsó del país.
En la oposición el PRI no asume su rol, suele ser un partido tibio, colaboracionista como se puede notar en Michoacán. Se hablan y escriben muchas cosas de Enrique Ochoa aunque el exfuncionario nunca ha participado en las estructuras de la organización que dirigirá por órdenes del presidente Peña Nieto.
El PRI enfrenta su propia crisis aparejada con la que ha vivido el presidente Peña Nieto, no existen los oráculos, aunque no se requieren para adelantar que el tricolor continuará cargando el peso de las decisiones mal concebidas.
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