Era de esperar, se veía venir desde el principio de la pandemia que nos azota en el mundo entero; hasta hoy, y desde hace siglos en que se instaló un sistema de mercado abierto (siglo XVIII), no hay producto de cierta importancia que llegue al consumidor sin la actitud ambiciosa de su empresario; si no hay ganancias, estos son capaces de esconderlo, e incluso de destruirlo; pasa cada año con los alimentos del campo bajo el lema de… “o bien vendido…, o bien podrido”, donde son capaces de tirar al mar el trigo con tal de que no llegue a los consumidores, si no se paga por este un precio esperado, según sus planes y deseos. ¿Los pobres y hambrientos…? como siempre… ¡que se jodan, o esperen la limosna o la asistencia pública!
Hoy se está repitiendo el penoso espectáculo de la especulación con las vacunas de emergencia para el Covid. Cuando la humanidad veía a las farmacéuticas como las salvadoras de la humanidad, resulta que les están saliendo justamente lo peor de su condición… ¡su apetito por hacer negocio de todo lo posible! si ellos medran con el dolor; que mejor momento que este de pandemia para ganar más con lo mismo.
Resulta que en cuanto se fue aclarando la obtención de vacunas, estas farmacéuticas dejaron de ser las “hermanas de la caridad” dispuestas a rescatarnos del temido Coronavirus.
Hoy pareciera que ha quedado claro que la vacuna va a ser un producto de mercado exclusivamente para los que puedan pagar; que los laboratorios no tienen, dentro de sus planes la idea de hacer el bien si mirar a quien; por el contrario, pareciera que han documentado perfectamente la situación y se aprestaron a hacer la nueva lista de quienes pueden acercarse a ellos para pagar lo que piden por el medicamento.
Nuevamente se siente la injusticia de la realidad; México ha sido recortado en sus pedidos de vacuna con el argumento de que se reasignan cantidades de ésta a los países muy pobres, al mismo tiempo, el director de la OMS (Organización Mundial de la Salud) Tedros Adhanom, se queja de que estos países jodidos no solo no las reciben hoy, probablemente no las van a recibir de momento.
Desde luego que hasta en esto hay niveles, no sólo en las clases sociales de cualquier ciudad o país; por ejemplo, ante la sospechosa escasez de las vacunas que originalmente se comprometieron, los gobiernos de la Europa rica; la de occidente (fundamentalmente Francia, Alemania, Inglaterra, España; Italia; Países Bajos…) se han inconformado y amenazan con demandar por el incumplimiento en las entregas de vacunas, según acuerdos firmados con los laboratorios.
Pareciera que el apetito de ganar más con la venta de la vacuna los ha envilecido a tal grado que han decidido reprogramar la entrega de los pedidos del fármaco, al margen de la necesidad, y parece, que con la meta de obtener más ganancia.
Aparejado con ello, curiosa y misteriosamente se ha desatado una demanda de los gobiernos regionales en contra de los gobiernos nacionales exigiendo derecho a obtener, junto con empresarios privados, dosis de la vacuna; situación que puede desencadenar una guerra de precios y existencias en mercado abierto que nos puede llevar a una crisis de existencia de mercancía, e incluso de existencia de millones de personas, quienes, ante su incapacidad de pago, pueden morir sin atención adecuada.
Hasta hace una semana, según nos informa Carlos Fernández-Vega, en el periódico La Jornada del lunes 18 de enero de este 2021, en la página 17:
Estados Unidos tiene apartadas unas 1 200 millones de dosis de vacunas
La Unión Europea unas 900 millones de dosis
Reino Unido ha apartado unas 270 millones de dosis
Canadá unas 220 millones de dosis
Si partimos de que no existe tal producción de dosis en este momento; si agregamos que cada uno de estos compradores además de ser muy rico, está apartando tantas vacunas que puede inocular a sus habitantes varias veces; entonces estamos en condiciones de afirmar que la especulación ante el producto escaso (número de vacunas) es una realidad que nos va a dar dolores de cabeza…, y seguramente que no vamos a conseguir el necesario fármaco contra esta pandemia.
En el caso mexicano la mezquindad se asoma por todas partes; el grupo de gobernadores rebeldes han destapado la guerra de desinformación, de alguna manera se han sintonizado con el sector privado y han arengado a la población con el supuesto de que ellos pueden conseguir la vacuna en alianza con empresarios privados, así nada más de buena fe, para ofrecerla a sus gobernados…, ¡así nada más de buena fe…, como el lobo que decide cuidar a la oveja, de buena fe…, hasta que le llega el apetito…, y decide comer, obviamente, carne de oveja!
Desde luego ante la escasez aparente de la vacuna; la Unión Europea ya anuncia demandas en contra de los laboratorios por el incumplimiento de las entregas; estos por su parte ven en su horizonte oportunidades de ganancias extraordinarias; mientras que los países medianamente pobres, como México se aferran a la buena fe de los contratos firmados, pero sin capacidad de exigir mucho; mientras que miles de millones de habitantes en países muy pobres seguirán siendo usados para programas de caridad como última instancia en el reparto de la necesaria vacuna.
¡Que quiere usted amable lector (a), cuando los negocios se asoman, la bondad y solidaridad son simples momentos emocionales que no se comparan con la posibilidad de ganar más millones de dólares y euros ; siempre más riqueza como forma de manifestar el poder; siempre más, ante la pobreza e incapacidad de negociación de los gobiernos de países pobres!
¡Ah, los negocios como lema de la humanidad; y pensar que alguna vez alguien pudo pensar que efectivamente, somos tan solidarios que podemos dejar de pensar en ganar más, un poco más por lo mismo; aunque de por medio vaya la vida de millones, muchos millones de personas!
No se extrañe si en un tiempo más, los hospitales más caros de la ciudad (usted sabe cuáles) le ofrecen la mejor y más confiable vacuna del mercado; desde luego siempre mejor, según sus decires, que la que ofrece el gobierno en sus hospitales públicos.
Valdría la pena estar equivocados; la necesidad lo reclama.
Le abrazo…, y por favor, cuidemos al otro usando cubrebocas…, aunque haya tanto idiota que sigue de padrote negándolo…; y en este concepto no hay que distinguir pobres o ricos, solamente idiotas.
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