Por Ricardo Burgos Orozco
Lo que pocos en el mundo querían: estalló la guerra entre Rusia y Ucrania por un diferendo que casi nadie entiende. El inicio de todo tiene su origen hace más de 30 años cuando en 1991 se disuelve la Unión Soviética y sus países entonces satélites – entre ellos Kiev — se convierten en repúblicas independientes aparentemente, aunque el gobierno del Kremlin siempre puso su mira en zonas estratégicas que ha querido invadir.
Ante la amenaza exsoviética y siendo “autónomos”, el gobierno ucraniano buscó adherirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), integrado por países de occidente y Estados Unidos. Esa decisión nunca le ha gustado al presidente Vladimir Putin por eso decidió invadir Crimea hace años y ahora a todo el país hace unos días, pese a las protestas, condenas, embargos y sanciones a las que se ha hecho acreedor por parte de varias naciones.
La relación de fuerzas militares entre Rusia y Ucrania es muy desequilibrada. Putin tiene el segundo ejército más poderoso del mundo; tiene un gasto en defensa de 61 mil 700 millones de dólares, el cuarto presupuesto más elevado detrás de Estados Unidos, China e India, con 850 mil soldados activos con mil 511 aeronaves de combate.
Ucrania ocupa el lugar 22 en poderío militar, su gasto bélico es de poco más de seis mil millones de euros (en los últimos años lo ha incrementado ante la invasión a Crimea en 2014). También cuenta con una reserva de 250 mil soldados con 98 aviones y unos cuantos helicópteros y tanques.
Con ese desequilibrio de poderío militar, Putin decidió atacar Ucrania el 24 de febrero pasado. Desde esa fecha, Moscú ha ido avanzando en territorio enemigo, el objetivo es llegar a la capital y lograr la rendición. Paralelamente, ha habido negociaciones entre ambos gobiernos, pero no han llegado a nada concreto para terminar con el conflicto.
La condena por el hecho ha sido prácticamente mundial con sanciones concretas. Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Canadá y Australia, entre otros, anunciaron la congelación de activos de los grandes bancos rusos, veto de exportación al Kremlin y otro paquete de restricciones financieras y económicas; en todos los ámbitos hay repercusiones contra los rusos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador condenó la intervención rusa, pero dijo que México no impondrá sanciones de ninguna índole.
La guerra puede prolongarse días, semanas, meses o años. Nadie sabe. Todo depende de las mesas de negociación, la decisión de Rusia de llegar al corazón del territorio ocupado y de la resistencia de los soldados ucranianos.
A Rusia y a Ucrania los une la cultura y muchas cosas más; millones de ucranianos se sienten rusos, más de 14 millones de personas hablan el idioma; 30 por ciento de la población. Hoy están en un conflicto que nunca hubieran querido.