De todos es sabido que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se llevó de calle las elecciones del pasado 2 de junio. Ganó la presidencia de la república, las gubernaturas de Veracruz, Puebla, Chiapas, Tabasco, Morelos y Yucatán, la mayoría en las cámaras de Diputados y Senadores, casi todos los 32 congresos locales; en la Ciudad de México casi ganó todo, pero tuvo resultados muy contrastantes en tres alcaldías, que son dignos de análisis: Benito Juárez, Cuauhtémoc y Álvaro Obregón.
Desde el año 2000, cuando se dieron las primeras elecciones en las entonces llamadas delega
ciones de la Ciudad de México, a la fecha, el Partido Acción Nacional ha ganado cada elección en Benito Juárez. Ningún otro partido ha gobernado la demarcación por más que primero el Partido de la Revolución Democrática y luego Morena, se han querido adueñar de esta zona.
Antes de las elecciones recientes, Andrés Manuel López Obrador dedicó algunos mensajes críticos contra Benito Juárez en busca de promocionar a la candidata morenista, Leticia Varela: hablaba de que es la alcaldía más conservadora de la Ciudad de México. Recordó que no entendía la razón por la cual la gente votaba siempre por el PAN aquí; recordó que en una elección eligió como aspirante a Bernardo Bátiz, expanista y ahora de Morena — para AMLO un excelente candidato — y ni así pudo ganar.
El 2 de junio reciente nuevamente el PAN se llevó de calle la elección en Benito Juárez con su candidato Luis Alberto Mendoza Acevedo, con un 69.3 por ciento de la votación contra un 24.5 por ciento de la morenista Leticia Esther Varela Martínez. Lo raro es que en esta alcaldía, por los resultados, no funcionaron la compra masiva de votos a favor de Morena, las supuestas amenazas de los Siervos de la Nación de suspender programas sociales, la presunción de que existe un temible cártel inmobiliario en la jurisdicción y tampoco la campaña abierta de López Obrador a favor de su partido.
La alcaldía Cuauhtémoc es otro caso contrastante de los resultados de Morena en los pasados comicios, aunque en este caso se vio muy clara la venganza que ejercieron los “duros” morenistas al hacer perder a su propia candidata Eldaa Catalina Monreal Pérez ante la aliancista PAN, PRI; PRD, Alessandra Rojo de la Vega, quien fue la ganadora de las pugnas internas del partido oficial con un 46.7 por ciento por 42.6 por ciento de la llamada Cathy, hija de Ricardo Monreal Ávila, apoyador el trienio anterior de Sandra Cuevas, del PRI, PAN, PRD, que tuvo un pésimo desempeño en la alcaldía, tanto que ni sus antiguos aliados quieren oír hablar de ella.
En Cuauhtémoc se vio que Morena se la cobró descaradamente a Ricardo Monreal por el apoyo del pasado a Sandra Cuevas y él tuvo que quedarse callado y disciplinarse, aunque le ha de haber dolido hasta lo más profundo de su ser la derrota de su pequeña. Aquí tampoco raramente se observó manipuleo de gente y no valieron discursos y declaraciones contra el llamado Fuerza y Corazón por México. Seguramente para el PRI y PAN el triunfo en Cuauhtémoc les cayó de sorpresa, pero bienvenida la victoria pírrica.
En Álvaro Obregón se confiaron Lía Limón y el PAN porque ya se sentían ganadores de la reelección, pero Morena los rebasó por la derecha y ni cuenta se dieron. Aquí sí entraron con mucha fuerza los Siervos de la Nación para movilizar a la gente. Dicen que el morenista ganador con 47.3 por ciento de la elección, Javier Joaquín López Casarín, fue el más sorprendido con su triunfo. Lía Limón tuvo el 44.6 por ciento, una cifra muy parecida al resultado de hace tres años, pero ahora sí funcionó mejor el aparato electoral de Morena y logró un porcentaje mayor que le valió la alcaldía los próximos tres años.
En fin, tres resultados muy contrastantes, pero que reflejan el manipuleo de cifras y gente por parte de Morena y de los demás partidos; eso confirma que falta mucho para alcanzar una verdadera democracia en México.