Por: Eliseo Castillo A.
Hace unos veinte años, en el libro ECONOMÍA Y EMPRESA EN EL SIGLO XXI, en una parte del mismo se hace la pregunta simple y llana… ¿Quién califica a las calificadoras…? Una vez que se tiene información al respecto podemos decir simplemente que nadie las califica, que son entes salidos prácticamente de mentes emprendedoras con pocos escrúpulos; por lo que su meta no necesariamente es servir a la sociedad, cuanto que en cambio si se ocupan de usar los recursos de la sociedad para servirse.
Por ejemplo, las universidades son calificadas de tal modo que mediante este recurso pueden optar por cobrar más colegiaturas; es patético como algunas con cierta fama de poco confiables cuelgan mantas espectaculares en su fachada gritando que están certificadas…, que ya son mejores que ayer; que ya son confiables… ¡como si con ello cambiaran a sus dueños, directivos, profesores, estudiantes, personal de apoyo e instalaciones! enorme mentira que se genera a partir de una ilusión de las certificadoras-calificadoras.
Recuerdo cundo algunos estudiantes se burlaban de las mantas, afirmando haber visto a los directivos en ciertos restaurantes muy caros acompañando a los los supuestos certificadores, mismos que al final simplemente hicieron una especie de visita de cortesía al edificio donde iban a certificar que efectivamente… ¡La universidad era ejemplar y aprobada…, certificada…!
Hoy nuevamente se ponen de moda las calificadoras; han decidido devaluar el comportamiento de las dos empresas símbolo de los mexicanos: PEMEX y la CFE (Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad). Las calificadoras han logrado generar un malestar e inseguridad en el ambiente gubernamental, amén de que esta calificación negativa les va a crear problemas financieros; de hecho hay un problema de comunicación entre las mismas y el gobierno mexicano, cuando se les cuestiona algo elemental y casi ofensivo…
¿porqué hasta hace unos meses, cuando todos sabían que estas empresas nadaban en la corrupción y la impunidad; las mismas calificadoras, en lugar de criticarlas, las evaluaban muy , pero muy bien? No olvidemos que incluso a la CFE se le calificó como EMPRESA DE CLASE MUNDIAL. y ahora que se ataca a la corrupción y la impunidad muy se serio, deciden que es menos confiable.
Cuidado, el mensaje que mandan con ello es que no les importa el bien común, mucho menos el respeto social; que seguimos con la idea del chingón y el chingado; en que paga manda, si se les tiene “bien atendidos”, normalmente van a aportar mejores opiniones. No olvidemos que en gobiernos dictatoriales es más cómodo apoyarles calificando bien sus empresas y políticas; mientras que, a quienes se atreven a limpiar un poco la casa, pero no se entregan totalmente a sus intereses, simplemente se les castiga, se les devalúa; y nos guste o no, esto cuesta dinero, recurso tan escaso en los gobiernos.
Queda claro, a las calificadoras no las califica nadie; ellas apoyaron a las grandes empresas que nos llevaron a la crisis financiera mundial de 2008 hasta la fecha; con la quiebra de miles de empresas y millones de familias en la ruina; sin embargo ellas, las calificadoras que poco saben pero afirman saber mucho, dijeron lo contrario de lo que pasó; apoyaron al economía especulativa que hoy se sigue pagando con los capitales familiares.
Sin embargo, su soberbia es casi proporcional a su incapacidad para generar confianza; simplemente sancionan a gobiernos por su ideología… les atrae apoyar a dictadores militares, y sancionan a gobiernos de izquierda…; digamos que está en sus genes, después de todo son producto del llamado neocapitalismo salvaje-neoliberal.
¡Uf!, a veces la realidad no va de la mano con la honestidad, respeto y lealtad. Cuidado con esta información y sus emisores…las calificadoras.
Le abrazo con cariño.
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