5W Redactor Revista Digital Informativa
El PRI celebró su aniversario número 88, el acto lo encabezó el presidente Enrique Peña Nieto quien, de acuerdo a usos y costumbres del tricolor, es el jefe nato de la organización fundada en 1929, época aquella de caudillos y organizaciones políticas precarias que fueron testigos de una expresión de mayores alcances para enarbolar el nacionalismo revolucionario.
El PRI surgió desde el poder para mantenerse en lo alto desde ese entonces hasta el año 2000, Vicente Fox rompió la hegemonía de los gobiernos tricolores, cuyo eje articulador solía ser el presidente de turno a quien el partido se adaptaba porque fueron modas sexenales las que imperaron.
Actualmente el PRI vive una etapa aciaga, rezagado en las encuestas de cara a los escenarios electorales de 2018, un presidente de la república con una imagen devaluada y marcado por el signo de los errores, algunos de los que fueron cuadros distinguidos están prófugos de la justicia y el año anterior fue el gran derrotado en los comicios ante la alianza PAN-PRD.
Es complicado que el tricolor se transforme, se habla del nuevo PRI lo cual parece no ir más lejos de ser un enorme lugar común que puede pasar por un eslogan simplista que no dice más. Andrés Manuel López Obrador y Margarita Zavala parecen estar muchos puntos arriba de cualquier aspirante del PRI, además no se observa un relevo generacional, las mismas caras, el directorio de siempre, reciclaje de figuras como José Murat y un largo etcétera.
A las generaciones nacidas de los años setenta a la fecha les ha tocado ser testigos y sufrir las crisis recurrentes que se inauguraron con Luis Echeverría y concluyeron con Ernesto Zedillo; el brutal endeudamiento, los escándalos de corrupción, la frivolidad y brutalidad de los gobiernos partícipes de la guerra sucia que se instituyó para liquidar disidentes de manera impune. Todo ello se relaciona con el PRI.
En 1988 se orquestó un fraude electoral que llevó a Los Pinos a Carlos Salinas de Gortari, esas prácticas fueron recurrentes, algunos priistas suelen contarlo con lujo de detalles, en Uruapan, Michoacán, en una elección extraordinaria a principios de los años noventa muchos de ellos votaron hasta 12 o 20 veces a manera de carrusel para derrotar el naciente PRD en aquellos tiempos para asegurar la hegemonía. Las anécdotas acerca de la famosa alquimia electoral son múltiples, algunos de esos mapaches terminaron militando en el PRD, otros son ahora cuadros de izquierda como Manuel Bartlett.
En 1994 aún se recuerda al candidato asesinado en circunstancias oscuras que nunca se aclararon aunque se haya dicho la verdad jurídica, nos referimos a Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien cuestionó las formas y resultados de los gobiernos de dicha extracción partidaria, un discurso inusual porque fue autocrítico, por ello rompió el esquema tradicional. Murió Colosio y su partido mantuvo el mismo rumbo.
Actualmente el PRI atraviesa por una crisis cada vez más evidente, la corrupción en que se regodearon algunos de sus cuadros distinguidos como Javier Duarte ahondan desprestigio, representan un pesado fardo, además de los yerros de un gobierno federal que no atina a definir una política clara, la tibieza ha sido la constante. El octogenario PRI vive en la incertidumbre de cara al 2018.
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