Golpe de Timón
Poe: Teodoro Barajas Rodriguez.
La inseguridad es una costra permanente en nuestro país, no es un afán pesimista porque simplemente la realidad marca la pauta, los registros en la materia no concluyen más bien suelen incrementarse además de la aparición de los viejos fantasmas de la represión, el gobernador de Chiapas recientemente dijo las mismas palabras de Gustavo Díaz Ordaz en 1968, el talante amenazante está presente. La crispación permanente parece despertar al México bronco, no es un asunto menor, el tejido social suele mostrar un cuerpo lacerado por la impunidad, corrupción y actitudes lamentables de autoridades que debieran combatir ese cáncer que se extiende. Hemos vivido momentos complicados en los últimos años, desde el terrorismo en Morelia que rompió el jolgorio una noche del 15 de septiembre de 2008 a los hechos de Iguala o la confrontación gubernamental contra la CNTE. Nuestro país ha sido una tierra plagada de contrastes en la que se registra lo sublime y lo ridículo con facilidad. Los derechos fundamentales deben ser salvaguardados por el Estado, ese es el contrato social, la represión los vulnera. Ante la inoperancia de los diferentes niveles de gobierno que debieran combatir la inseguridad la fe de los ciudadanos se diluye, consecuentemente muchos invocan la antigua Ley del Talión, ello no hace sino pretender ejercer la venganza que también va en sentido contrario al marco jurídico vigente. Como consecuencia ya son muchos los casos en que la gente agraviada hace “justicia” por su propia manos, no hay juicios justos ni debido proceso, los afectados en el extremo de la desesperación deciden ser el jurado y verdugo. Brutal y real. El marco legal establece el mecanismo de protección de los derechos, la teoría resulta exquisita, académica, filosófica, la praxis sin embargo deja ver otra cara, sí, la de la realidad que no se parece a lo que dicen las leyes ni los libros. Resulta riesgoso como se han desbordado los ánimos en comunidades agraviadas por la delincuencia que opta, ilegalmente, por hacerse justicia por su propia mano, así ocurrió con los grupos de autodefensas al no registrarse confianza en las autoridades omisas que escurrían el bulto para no actuar. Todo lo que ha sucedido en los últimos años me hizo recordar, una vez más, una obra literaria que data de la época del Siglo de Oro de España, cuya autoría es del Fénix de los Ingenios, Lope de Vega, Fuenteovejuna se llama el libro que describe un hecho que se replica a través de los siglos. Fuenteovejuna es el pueblo que sufre a manos del comendador mayor de Calatrava, las arbitrariedades del funcionario fueron muchas que la gente harta de la opresión y el atropello deciden lapidar al abusivo. La autoridad pregunta quién mató al Comendador, la gente contesta Fuenteovejuna señor, es decir el pueblo.
Posdata: Actos similares suceden en la actualidad, lo cual diagnostica que muchas cosas están mal. Requerimos hoy más nunca restaurar el tejido social, pero no solo con policías y cuerpos de seguridad sino con artistas, por cierto muy oportuno el Encuentro de Declamadores Morelia 2016 que organiza Ikaica Tadeshko y un grupo de jóvenes que le apuestan al arte como ruta para alcanzar otros estadios.