Cuando era reportero en los años setenta y ochenta, me tocó ir algunas ocasiones a Ciudad Juárez a distintas coberturas. La gente era siempre muy amable, afectiva y te ofrecían su confianza casi de inmediato. Todo cambió cuando empezaron las desapariciones y asesinatos de mujeres más o menos en 1993; la gente se volvió desconfiada y difícilmente sale de noche como antes.
Las víctimas eran por lo general mujeres jóvenes entre 15 y 25 años de edad, que habían dejado sus estudios y tenían que dedicarse a trabajar, de escasos recursos. Se calcula que hasta 2012 habían sido asesinadas alrededor de 700 chicas en esa ciudad chihuahuense. Nunca se encontraron culpables y la mayoría de los cuerpos siguen desaparecidos.
La violencia se ha generalizado en todas las ciudades del país conforme avanza el tiempo; la muerte de mujeres ha ido creciendo ya no solamente en Juárez. El fenómeno es explicable solamente por el deterioro de la sociedad, la desintegración familiar, la falta de valores y la impunidad con la que actúan los responsables, tal vez cobijados por autoridades corruptas en todos los niveles, ahora más que nunca.
Como si fuera una pesadilla que se repite en otro estado, Nuevo León ahora es el centro de atención por la desaparición de 41 jóvenes en lo que va de 2022 y más de mil 700 desde hace años. Una entidad tradicionalmente desarrollada y pujante ahora es noticia mundial por una cifra negra en la cual nuevamente no hay responsables.
El caso más sonado fue el de una jovencita Debanhi Susana Escobar, de 18 años de edad, cuyo cuerpo fue encontrado con signos de abuso en el fondo de una cisterna de agua de un motel después de dos semanas desparecida. La causa de la muerte fue una contusión profunda de cráneo.
Los familiares de la chica tienen muchas dudas con respecto a su desaparición y la forma en que fue encontrada. Las autoridades de la fiscalía habían buscado desde un principio en ese motel porque ahí fue donde la vieron por última vez, pero nunca la encontraron hasta los días siguientes en el fondo de ese contenedor adonde difícilmente llegó por su propio pie, a menos que alguien la haya arrojado.
Supuestamente asistió a una fiesta con dos amigas el 8 de abril. Tuvo diferencias con ellas y la abandonaron cerca del motel donde finalmente fue encontrada. Al parecer tomó un taxi, pero le pidió al conductor la dejara en la carretera cerca del lugar de la fiesta. Hay fotos en donde el chofer la acosa y por eso tiene que salir del vehiculo.
La historia de Debanhi se repite en todo el país; mujeres que son abusadas, acosadas, violentadas, asesinadas y la autoridad no encuentra o no quiere encontrar a los culpables. Más importante es encontrar medidas para erradicar lo que está pasando, que las jóvenes no salgan con miedo a las calles o los padres quedarnos en la zozobra mientras las hijas van a divertirse a alguna fiesta o reunión, preocupados por su regreso.
La respuesta reciente del presidente López Obrador fue acusar al modelo neoliberal por los feminicidios mientras su exsecretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero culpó a las fiscalías que no rinden cuentas. Lo cierto es que de los responsables y las soluciones, nadie sabe, nadie supo.