Hace unos meses, cuando se inició esta larga y penosa cadena de muertes por coronavirus en el país, se manejó la perversa idea-chisme-rumor de que se estaba pagando a los familiares de algunas personas que morían, por aceptar que se les levantara un certificado médico de muerte por covit: como premio se les entregaba una cantidad de dinero. Así es como inició una leyenda negra en relación a la muerte; como si el gobierno tuviera prisa por incrementar la cantidad de muertos por la pandemia.
Al mismo tiempo, los opositores al gobierno de AMLO se han dedicado a desacreditar toda media contenedora de la pandemia; haga lo que haga el gobierno encaminada a contenerla y administrar, es mala, no tiene pies ni cabeza; se le acusa al gobierno de fomentar una mortandad de dimensiones bíblicas; se le acusa de ser responsable de buena cantidad de los más de cien mil muertos que van por la pandemia; por si fuera poco, se le culpa de tener una buena cantidad de muertos escondidos…, quién sabe dónde, porque no quieren reconocer que realmente son más muertos por la pandemia que los que se reconocen…, seguramente López Gatell los tiene escondidos debajo de su cama el desgraciado.
increíble que es el gobierno, ya lo sabe usted, amable lector.
La parte peligrosa…
Mientras para unos fue un chisme de esos que…: dicen, que oyeron, que dijeron, que oyeron de alguien a quien le ofrecieron dinero por su muerte. Al mismo, tiempo los opinadores de la tele, la radio y los periódicos, siguieron machacando con sus sesudos comentarios científicos dándonos guías médicas de cómo curarnos de covit 19.
Mientras esto sucede, la opinión pública sigue siendo manipulada por una actitud casi enfermiza del mexicano promedio… ¡sigue actuando como si le valiera madres lo que pasa en materia sanitaria social! Se le indica que hay que quedarse en casa…, y sale de romería a las calles; abarrota las tiendas…; como si fueran millonarios deseosos de gastar a manos llenas; en ocasiones no trae ni para el camión de regreso…; pero eso es lo de menos, es capaz de pedir a algún incauto que el complete para su combi.
Hoy, en este diciembre, que viene frío, se nos pide encarecidamente que nos quedemos en casa, si no tenemos algo que hacer importante en la calle; por toda respuesta, vemos como se siguen llenando los exteriores de las ciudades de una masa poblacional “valemadrista” afirmando que eso es cosa del gobierno; que el covit se las pela; que ni es cierto que ande tan fuerte el contagio…; pero por encima de todo… ¡ nadie les va a quitar su derecho a ser libres y vivir como les venga en gana!
Mientras la OMS (Organización mundial de la salud) y la Secretaría de Salud Nacional nos dicen que debemos cuidarnos, no viajar si no es necesario; pero sobre todo mantener distancia sana con otras personas y usar cubrebocas; preferimos llenar las calles de andantes hacedores de nada; llenamos las playas; retamos a los que nos indican o sugieren que debemos traer cubrebocas; y cuando se nos insiste al respecto, simplemente usamos un pendejismo, que por cierto, tiene sentido… ¡el presidente AMLO no usa cubrebocas… ! ¿por qué habría de usarlo yo? No les falta razón en esto último, por cierto.
La estupidez en que vivimos…
En realidad se llama desprecio por los demás; pero en este caso le llamaremos estupidez al minimizar la idea de que hay más de cien mil muertos; y al ritmo que vamos, no sería raro llegar a los 200 mil; sin embargo, nuestra actitud de falta de respeto por las indicaciones que se nos dan es grosera…. preferimos hacer o irnos de fiesta; y ya entre alcohol y otras drogas, lo de menos son los contagios…, al diablo con ellos…
¿Se da usted cuenta que no es cierto que hay tantos muertos como dice el gobierno…?
¿Ve usted como no hay muertos realmente?
Ese es uno de los grandes males de mexicano; por eso finge que no le teme a la muerte y la festeja; cuando sucede todo lo contrario; le teme tanto que trata de fingir que esta no es verdad; que no sucede realmente; o que en todo caso a él se la pela…, le pela los dientes.
Pero en todo esto, la parte más penosa es que entre sus tonterías y actitudes fuertes está el desprecio a la vida de los demás…; así es como niega, rechaza que haya tantos muertos, porque para nuestra desgracia cultural, la muerte que no verificamos con nuestros ojos no existe; si la persona que dicen que murió no es nuestro pariente, entonces no existe; no es cierto que murieron tantos como cuentan; son cosas del gobierno.
Es una vergüenza; pero seguimos siendo una sociedad que nos dicen que guardemos distancia y discreción y hacemos fiesta a propósito; nos vale madre el de enfrente y el del otro barrio: mientras no sea de mi familia, no reconozco a otro muerto; no es cierto, en todo caso, penosamente no me importa…, que es peor.
Los muertos de los demás no son los nuestros…; actuamos con desprecio, nos vale madre si los demás mueren, no tiene nombre ni apellido; no nos importan; por eso preferimos hacer fiestas, ir de viaje, llenar las playas, mentarle la madre a quien nos quiera corregir…
Mientras no muera alguien de casa; seguiremos con la actitud del “me vale madres el resto…”, seguiremos pensando que no es cierto que muere tanta gente; por que los únicos que son ciertos son los nuestros…; y los otros, regularmente los festejamos con parrandas el día 2 de noviembre.
Es una pena que nuestro nivel de incredibilidad sea tan alto; igual es penoso que las autoridades que deben ser ejemplo a seguir…, algunos sean tan obtusos; tan penosos ejemplos, y en ocasiones tengan performances tan dignos de pena, cuando debieran ser modelos a seguir; me refiero a presidentes, legisladores, y funcionarios que siguen faltando al respeto al no seguir las normas de salud necesarias para que no haya tanto tonto con el pretexto de que… si el presidente, el diputado, el gobernador, mi jefe no usa cubrebocas y hace fiestas…¿por qué yo no…?
Así es como se incrementa el problema social…, ¡hasta que un día, para nuestra desgracia, alguien de nuestra casa muere…! entonces gritamos, maldecimos, reclamamos…, buscamos a quien culpar…; exigimos que se den cuenta que tenemos una pena…, un dolor, y reclamamos que todos lo entiendan y sean solidarios…; nunca falta el cierre con broche de oro… ¿¡por qué a mi dios mio…, por qué a mí…!?
¡Hasta entonces descubrimos, nos damos cuenta que hay problemas sociales…, que hay muertos…!
Un abrazo.
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