Dicen que cuando sedes frente a un poder que te supera “doblas las manitas”, y hoy estamos frente a varias realidades en las cuales hemos claudicado, por mencionar algunas, nos vamos a referir cómo es que seguimos dependiendo después de tantos años de la supuesta independencia de México de Estados Unidos.
Ese país del norte de México que ha hecho y seguiría haciendo al parecer lo que le da la gana con los mexicanos que estamos aquí y los que están allá, de tal suerte que para muchos desde que tenemos uso de razón, dependemos hasta para tener maíz para las tortillas que comemos de Estados Unidos, ya no se diga de las gasolinas y combustibles que cuando suben de precio sube todo, y dado que por años les hemos enviado y vendido barato petróleo crudo, para luego comprar gasolinas caras, el motor de arranque mexicano depende del combustible que ellos nos mandan.
Aunque vale la pena cuidar las proporciones, en muchas áreas, una de las que se asemeja a la mexicana es la política, pues cuando hay elecciones los políticos de acá y los de allá se agarran de donde pueden para ganar a costa de los que sea, incluso la vida, prueba de ello es su amor por las armas y las guerras, pues no es aventurado decir que declarar la guerra en tiempo de elección es una variante que beneficia sobre todo al que está en el poder, y lo mismo pasa con el tema de la migración, al usar a la gente que tristemente huye de su país o nacional para buscar vivir mejor o hasta preservar la vida, y en estos procesos se lucra con el dolor ajeno.
La posibilidad de la reelección del actual Presidente de los Estado Unidos para le elección en puerta, ha hecho que ofrezca declaraciones que alertan a la comunidad migrante que se encuentra viviendo allá, a los cientos que cruzan diariamente la frontera e incluso a los que estaban pensando irse a la aventura, porque no hay ni a quien irle, una vez que encabeza las encuestas un presidente racista y clasista en la parte contraria y un Biden que está doblando las manos con tal de que no le gane Trump.
Otro asunto de sumo cuidado y hasta de temor para el periodismo, es el de la delincuencia organizada que ha alcanzado niveles insospechados de poder y jerarquía dentro de la política mexicana y con ellos estar presente en prácticamente todo cuando hacemos.
Más allá de los abrazos y los no balazos, que algunos más bien entendemos como la militarización del país, por notoriamente si tener tinte de estrategia de seguridad, el presidente de México debiera no sólo salir a defenderse o desmentir que no recibido dinero del narcotráfico para sus campañas, que su familia en realidad como él dijo, está fuera de todo quehacer político que no hay casos de conflictos de intereses, que no le molesta que lo critiquen, que no ha metido las manos en la elección federal, que está dejando que sean autónomos los organismos públicos como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Instituto Nacional Electoral, e incluso los otros dos poderes, en los que tiene mayoría, y/o donde ha puesto a sus más fieles amigas y amigos.
Cómo va a denunciar que algo no está bien, o que las cosas no son como deben ser, si le deben el favor del trabajo o estar a cargo de una institución a ese que deberían denunciar. Pues es un hecho que hagan como que no pasa nada y como que no ven nada aun cuando está convertido al país en un panteón.
¿Qué les parece la situación en la que se encuentra Guerrero o Chiapas? apoco no están doblados pueblos enteros a la voluntad del crimen organizado, y no es acaso donde se necesita que los líderes o los representantes populares hagan frente y puedan garantizar la paz y tranquilidad donde es más que urgente.
De rodillas no se puede vivir, por eso las elecciones que vienen se deben decidir por las personas que solucionen, y no por las despensas, porque sabemos de dónde vienen y nunca se da algo en la política sin que a cambio se cobre al costo o al doble.