El mercado negro en México ha crecido de manera alarmante, especialmente y sin
limitantes en las bebidas alcohólicas, de tal suerte que no es para nadie extraño
que desde hace algunos ayeres las firmas más famosas e incluso costosas en
éste sector han sido alteradas a sabiendas incluso de las autoridades, quienes o
no revisan, o se hacen de la vista gorda para que se sigan vendiendo productos
que no son lo que indican en sus etiquetas.
La autoridad al no actuar de manera firme o bajo una estrategia seria para acabar
con la venta de bebidas adulteradas, no sólo permite ésta deleznable práctica,
sino que también estimula con ello el comercio a todas luces ilegal, sin que les
parezca importar los severos daños a la salud que causan y que en algunos casos
puede acabar con la vida de las personas.
A plena luz del día, y con un descaro del tamaño del mundo, en tiendas o
negocios establecidos así como en mercados especialmente de las principales
ciudades ( aunque también en pequeños establecimientos), se comercializa con
mercancía de dudosa procedencia, con bebidas que dicen ser vino, whisky, coñac
o tequila, entre otros, que asemejan a los originales pero no lo son, y que suelen
venderse al mismo costo y algunas veces más baratas, pero al ser consumidas
pueden causar el doble o triple de daño que las marcas originales.
La infinidad de sustancias como; colorantes artificiales, alcohol del 96, etanol o
metanol hacen mella en las personas que llegan a consumir éstas bebidas, pues
son nocivos para la salud, causando reacciones diversas y alteraciones al
organismo de las personas que las ingieren, iniciando con síntomas leves hasta
las más graves, o pérdida de la vida.
Es bien sabido del daño que hace el alcohol en nuestro organismo, y mucho se ha
escuchado y leído de las campañas que anuncian las diversas marcas y tipos de
bebidas alcohólicas, sobre el exceso en el consumo de las mismas, pero una
campaña seria para la denuncia y aniquilamiento de las bebidas adulteradas, son
pocas o nulas y casi siempre se sabe de ellas, hasta que se dan las fatídicas
pérdidas o afectaciones.
La propia Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios
(COFEPRIS), ha informado sobre el crecimiento alarmante del número de bebidas
falsificadas, las cuales son cuidadosamente elaboradas y etiquetadas, haciendo
difícil diferenciar a primera vista su autenticidad, por lo que exige del consumidor
tener los cuidados necesarios para no ser víctima, lo que resulta complicado si ya
se está en un estado de embriaguez en donde no se tenga cuidado de lo que se
está bebiendo.
Los centros nocturnos o antros, distribuidos a lo largo y ancho del país, son
también los lugares en los que se venden al público licores camuflados de
“buenos”, y al ser consumidos, resultan tener un efecto inesperado, causando en
los primeros minutos o más temprano que tarde síntomas de rechazo por el
organismo, pero que, sin embargo, al no darles importancia y seguir
consumiéndose terminan por consumir a quien lo bebe.
Las bebidas mixtificadas, de alto consumo en los diversos bares, en especial los
que ofrecen las llamadas “barras libres”, o las promociones extrañas, en las que al
pagar un cover y se tiene derecho a tomar todo lo que quieras, también ha sido
espacios en los que se ha detectado que ofrecen productos de dudosa
procedencia, pero con tal de ganar más, no les importa jugar con la vida de
jóvenes y adultos.
Los dolores de cabeza y de estómago, el vómito y la pérdida de la conciencia son
sólo algunos de los efectos que tiene el consumo de las bebidas adulteradas. Por
ejemplo, el ingerir alcohol del 96 en combinación con metanol, produce ceguera
primeramente y finalmente el óbito (la muerte de una persona).
Es urgente que de manera periódica las autoridades supervisen todos y cada uno
de los lugares en los que se pudieran ofertar bebidas adulteradas, y se clausuren
esos establecimientos además de imponer sanciones ejemplares, de tal manera
que se inhiba de una vez y por todas ésta peligrosa práctica. Por parte de los
consumidores se deben tomar medidas como; revisar que los envases no estén
violados, verificar el sello de garantía y en caso de los tragos en establecimientos,
presenciar el momento en el que se abre la botella y aprender a paladear de tal
suerte que no te den gato por liebre.