El Papa Francisco, primer latinoamericano en ocupar el cargo de Obispo de Roma y líder de los católicos del mundo, arribó a México para una gira que lo llevará de Chiapas a Ciudad Juárez, pasando por Morelia, Ecatepec y la capital del país, ciudades, todas, golpeadas por la inseguridad, la violencia y el tráfico de drogas y de gente.
El papa Francisco fue recibido este viernes en México con mariachis y miles de entusiastas fieles en las calles para una esperada visita de cinco días al país, después de su histórico encuentro en Cuba con el patriarca ortodoxo ruso Kirill.
El pontífice fue recibido en el aeropuerto de la capital mexicana por el presidente Enrique Peña Nieto y la primera dama Angélica Rivera, mientras un grupo de charros y bailarinas le dedicaron una presentación tradicional.
Con luces de linternas y celulares, Francisco fue recibido por unos 300,000 fieles mexicanos que se agolparon en las calles de la capital para verlo en el «papamóvil» cantándole temas tradicionales como «Cielito Lindo» y gritándole «¡Francisco, hermano, ya eres mexicano!».
Pero antes de su llegada al país, el pontífice se encontró en La Habana con el patriarca ortodoxo ruso Kirill, en la cita más importante para el cristianismo desde el cisma de hace mil años.
«Lamentamos la pérdida de la unidad», dijeron los líderes religiosos en una declaración conjunta de 30 puntos que pasará a la historia por ser la primera que suscriben los representantes de la Iglesia de Occidente y Oriente, que reúne en sus dos ramas a 1,330 millones de creyentes.
«Conscientes de muchos obstáculos que hay que superar, esperamos que nuestro encuentro contribuya a la obtención de la unidad mandada por Dios», señalaron los líderes religiosos tras su encuentro de dos horas en el aeropuerto internacional de la capital de la otrora atea Cuba.
El primer encuentro entre un papa católico y un patriarca ortodoxo ruso desde el cisma de 1054 dejó también un apremiante llamado a proteger a los cristianos, tanto católicos como ortodoxos en Medio Oriente, donde enfrentan desplazamiento y persecución ante el avance del islamismo radical.
Kirill destacó que, tras el encuentro, quedó con la seguridad de que «las dos iglesias pueden cooperar protegiendo a los cristianos en todo el mundo».
«Sentí que estuve frente a un hermano», dijo posteriormente Francisco en el avión que le trasladó a México asegurando que ambos líderes hablaron de un futuro «programa de posibles actividades en común».
Un papa poco afín al protocolo
A su esperada llegada a México, el papa fue recibido con euforia por miles de fieles que quisieron verlo en su recorrido hasta la Nunciatura Apostólica, donde pernoctará durante su estadía en México y desde donde Francisco dirigió un breve mensaje improvisado de conciliación a los fieles.
«Recuerden a las personas que quieren pero también a las personas que no quieren, a las personas con las que están enojadas, que les tienen rabia, que les tienen celos, que les tienen envidia. Y pongamos todos a los que queremos y a los que no queremos delante del Señor para que junto con nosotros bendiga a todos», dijo el papa despertando la locura de los asistentes.
«¡No puedo creer que salió! Es el mejor regalo», decía Claudia Pacheco, una profesora de catecismo conmovida hasta las lágrimas.
Durante el trayecto en el «papamóvil», algunas personas manifestaron su deseo de que el papa aborde en su visita los problemas que acarrea México como la violencia, la pobreza o la corrupción.
«La gente está padeciendo bastante por tanta violencia. Tanta desigualdad engendra maldad, por eso ahora la gente tiene dificultad para esperanzarse, le cuesta creer», manifestó la monja carmelita Raquel Gómez.
De hecho, un día antes de la llegada del prelado, México vivió un trágico episodio -un motín que dejó 49 muertos en una cárcel de Monterrey- que recordó el clima de violencia que le golpea y que el papa lamentó en una carta.
Violencia, pobreza y migración
La visita de Francisco es la séptima de un pontífice al segundo país más católico del mundo después de Brasil y es muy esperada tanto para los mexicanos como para el gobierno de Peña Nieto.
El sábado, el papa tiene previsto reunirse con el mandatario en un inédito encuentro en el Palacio Nacional que podría ser un bálsamo para el líder mexicano, criticado por casos como el de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
«La cita en el Palacio Nacional ofrece un contraste del papa Francisco como el líder más popular del mundo y el presidente Peña Nieto como un jefe de estado impopular que ha sufrido un golpe tras otro», comentó a la AFP Andrew Chestnut, profesor de estudios religiosos de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia.
Además de la capital, donde el sábado oficiará una misa en la Basílica de Guadalupe, el Papa visitará el domingo la localidad de Ecatepec, en la periferia capitalina, que está ensombrecida por una ola de feminicidios.
El lunes estará en Chiapas, en el estado más pobre e indígena de México, y el martes irá a Morelia, en el violento estado de Michoacán.
Francisco acabará su visita en la fronteriza Ciudad Juárez, donde visitará una cárcel y realizará una simbólica misa en el borde de la frontera con Estados Unidos por donde miles de migrantes cruzan clandestinamente cada año y donde se espera que estén padres de los 43 estudiantes desaparecidos.
El Economista