La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños o Celac surgió en 2010 en busca de que sus países tuvieran un mejor posicionamiento a nivel internacional e impulsar la integración regional para el desarrollo. Sin embargo, hasta ahora no ha alcanzado los objetivos deseados sobre todo por las notorias divisiones entre los miembros del organismo.
La Celac está integrada por 33 países miembros con sistemas de gobierno algunos democráticos y otros dictatoriales como Cuba, Nicaragua y Venezuela. De ahí que, aunque las reuniones no sean tan seguidas como muchos quisieran, en cada encuentro se hacen notorias las diferencias, las filias y fobias entre mandatarios.
Hace unos días en Palacio Nacional, durante la reunión de la Celac en la Ciudad de México, se observaron esas diferencias cuando intervino el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, quien directamente criticó la falta de democracia plena, de respeto a los derechos humanos y la represión en Cuba, Nicaragua y Venezuela. El mandatario cubano respondió que los comentarios de su homólogo uruguayo responden a un desconocimiento de la realidad.
También hubo confrontación del mandatario venezolano, Nicolás Maduro, con los presidentes de Uruguay, Lacalle, y de Paraguay, Mario Abdo Benítez.
De acuerdo a las declaraciones del canciller Marcelo Ebrard, se logró consenso de los participantes con respecto a varios puntos de la agenda, sobre todo en trabajar conjuntamente con respecto a la prevención y al suministro de vacunas contra el Covid 19. Ya veremos si a final de cuentas funciona en los hechos lo establecido.
Habrá que ver cómo tomó al interior el gobierno de Joe Biden una reunión en México en la que estuvieron dos de los presidentes con quienes normalmente se confronta abiertamente Estados Unidos: Miguel Díaz – Canel y Nicolás Maduro. Y no sólo eso, el representante cubano fue orador en la conmemoración del inicio del movimiento de independencia mientras el embajador norteamericano, Ken Salazar, fue relegado a los últimos asientos.
Otra más: varios de los países de la Celac están volteando a ver a China, rival comercial de la Casa Blanca, como una alternativa mucho más seria de intercambio, en tanto otros prefieren la relación tradicional y cómoda que les brinda Estados Unidos.
Por más que en los discursos se hable de solidaridad en la región, a fin de cuentas cada gobierno busca siempre cuidar sus propios intereses. La integración latinoamericana sigue siendo, por eso, una simple utopía.