El encabezado de la prensa internacional e internacional del día de ayer lo dice todo; las cosas en la tan promovida globalización se han salido totalmente de control; por desgracia, para variar, con más manifestaciones de injusticia social.
La portada del diario La Jornada del día lunes 23 de mayo de este 2022 destaca:
“FMI: cunden por todo el mundo las protestas sociales”
“Movilizaciones en EU, Canadá, Austria y Líbano, entre otros”
“Irritación por encarecimiento de alimentos y energéticos”
“El malestar, en el nivel más alto desde el comienzo de la pandemia”
“Crece el riesgo de disturbios a medida que ceden confinamientos”
“Se podría frenar la recuperación global si persisten esos factores”
(Per. La Jornada; op.cit)
En los años noventa, hace treinta años, se nos vendió la tramposa idea de que los profesores universitarios debíamos ser los promotores de la buena nueva…: la globalización era una oferta para entrar en una etapa de bonanza mundial que daría a todos lo que quisieran prácticamente.
Con la ingenuidad que a veces caracteriza a la academia, un ejército de profesores se dedicaron a promover la idea de que gracias a la globalización, el mundo estará mucho mejor; de esta forma, cada profesor sería una figura explosiva en estas ideas; toda vez que al promoverlas en el salón de clases, los estudiantes se la llevarían como la nueva verdad…; incluso obligatoria para aprobar la materia de economía.
Desde entonces, los que nos opusimos y criticamos tal tendencia, fuimos tachados de retrogradas negados al progreso y esas cosas lindas que le dicen a quien se resiste a seguir la corriente de la idiotez, tan practicada cuando no se quiere analizar las cosas; hoy, a treinta años de esta oferta de mejoras para el mundo; el propio FMI (Fondo Monetario Internacional) lanza la alarma de lo que pasa luego de haber abierto indiscriminadamente los mercados nacionales: se avecinan hambrunas mundiales, más descomposición social, manifestaciones de inseguridad; carestía y, desde luego, escasez de alimentos.
Lo dije hace treinta años en este espacio y lo repito hoy; la globalización nunca se promovió para mejorar a la humanidad; se hizo en busca de la mejor ganancia para las grandes empresas llamadas “de clase mundial” o “globales”; no interesaba resolver el hambre social; lo que se buscaba era eliminar las barreras de los gobiernos para entrar a vender y comprar en sus mercados nacionales; los acuerdos comerciales, eran buenos, pero las Uniones aduaneras eran mejores; ni qué decir de los mercados comunes.
Así se destruyó el sistema de control nacional…; todo a cambio de darles más ganancia a Coca-Cola, Pepsi.co, Walmart, Cemex, Bimbo, Kentucky, y todas esas marcas que supuestamente son orgullo de la humanidad; necesitaban de los mercados nacionales; ya los tienen…, este es el resultado.
Con el argumento de la invasión de Rusia a Ucrania, se quiere justificar la inflación y posible escasez de alimentos a nivel mundial; desde luego se tiene el antecedente de la pandemia que no ha terminado; al final de cuentas se concluye que la humanidad se aproxima a una nueva crisis mundial de alimentos…
¿Se da cuenta dónde se anuncian las manifestaciones…? a excepción de Líbano, las otra naciones, son del primer mundo: Estados Unidos, Canadá y Austria.
Este es el tamaño del fracaso de la globalización; lo único que ha generado es una separación más profunda entre países pobres y ricos, entre un selecto grupo de empresarios y una clase trabajadora empobrecida; a veces empleada, a veces subempleada, y en buen número desempleada.
La Francesa Vivianne Forrester llama a ese fenómeno “una extraña dictadura”, donde las empresas grandes han ganado más que nunca, mientras se genera más desempleo que nunca.
Nos gusten o no, los pobres se vuelven más pobre, pero peor aun, se multiplican por millones, mientras que los ricos se han vuelto más ricos, y eso se concentra en un selecto grupo beneficiado de la tan celebrada y hoy maldecida globalización.
Hoy es muy simple la reflexión ante la realidad de la pandemia que no termina; el hambre se incrementa, la pobreza de incrementa, la migración va a crecer, la desigualdad será más grosera; los mercados nacionales serán cada vez más vulnerables; lo más normal es que la inflación, especulación y pobreza no cedan.
¡Pero qué importa…; mientras las grandes empresas sigan ganando más que nunca…!
¡Y pensar que aun hay profesores en las universidades que piensan que la globalización ha sido tannnn buena…!