Hoy más que nunca, nos hemos dado cuenta que nosotros no somos un edificio, y
que nuestro valor como persona recae precisamente en que nosotros somos
nuestra propia institución, la personal la que representamos en un nombre o
nombres y apellidos y que a donde quiera que vamos, no paremos o estemos,
somos ese cúmulo de experiencia, de defectos y de virtudes.
Cuando nos vamos del trabajo en el que estuvimos o de la casa en la que vivimos
y que abandonamos o cambiamos por alguna razón, dejamos parte de nuestra
historia, no sólo por el tiempo en el que estuvimos ahí, sino porque seguramente
colocamos nuestro sello en su arreglo y operación, sin embargo, muchas otras
paredes nos esperan para colocar nuestros cuadros u obras, y en otros espacios
también hemos de ambientar de tal manera que volvamos a imponer nuestro
estilo.
En un mundo cambiante, en el que si no nos movemos nos aplastan, o nos
arrastran, debemos aprender que quien no camina, se mueve o cambia está
destinado a fracasar. La vida es de los que se adaptan pues si no hacemos los
cambios nosotros de manera natural la sociedad, y la tierra se van modificando.
Si las condiciones sociales cambian, nosotros también debemos cambiar y ese
cambio debe llevarnos a la madurez, en la que prevalezca en todo su esplendor el
sentido humano, en donde lo que brille no sea lo que en afuera llevamos puesto,
sino lo que somos en el interior, porque lo que somos en el exterior es costrita
delgada que se desprende solita, que no aguanta ni una lavada de agua dulce o
salada, mientras que lo que llevamos en el interior, que y vive, por siempre.
Una vez que nos toca vivir experiencias que jamás imaginamos, la forma en la que
hemos de afrontar estas cosas de la vida es con la mayor de la madurez, es con la
seriedad que se requiere sin perder el buen ánimo, con toda la responsabilidad sin
dejar de ser felices y con la idea de que lo que hagamos o dejemos de hacer hoy,
tendremos repercusión el día de mañana.
Hay cosas que no hemos podido controlar, y la evolución en este momento está
en marcha, justo estamos aquí en otro lugar ya se está fabricando un teléfono
nuevo, un arma más eficaz o un medicamento para compartir la enfermedad, por
eso debes preguntarte si ¿estas preparado para lo que vendrá?, pues de no ser
así entonces debes comenzar a prepararte, sin preocuparte de más pero sí con la
idea de que si no te eres parte del dinamismo del mundo, estas en discordancia
con lo que te rodea.
Ayer todavía era absolutamente valioso tener escuelas con domos enormes y
salones espacioso con pantallas, proyectores o planteles con buena
infraestructura y tecnología de punta, y sin embargo hoy debemos estar en casa y
lo que más nos ayuda es un buen servicio de conectividad a internet, muchos no
estábamos preparados en el uso de plataformas digitales, por lo que se trata de un
tema nuevo al que muchos aún les está costando adaptarse. Si no hubieran
instruido desde pequeños en el uso de las tecnologías de la información hacer uso
correcto y eficiente no nos mantendría estresados como lo estamos.
Los que vivimos en esta parte del mundo, en el que las condiciones de pobreza
prevalecen en números alarmantes, los que para comer diario deber salir
diariamente a ganarnos el pan, debemos saber que, debido a esta precariedad,
tenemos que esforzarnos el doble que los que con dinero pueden comprar casi
cualquier cosa, pues mientras a ellos el dinero les ayuda a muchos el dinero nos
detiene. Sin embargo, en un tiempo en el que debes seguir o morir joven y
lentamente, se requiere de agallas, de valor y coraje para que nuestro nombre y
apellido sean sinónimos de adaptación y triunfo.
Considerar rendirse por no estar a la altura de miras de las exigencias del mundo
actual, es igual que creer que ya nos tocó ser pobres y no tener porque se nos ha
negado de manera directa la felicidad, porque ya estábamos destinados a la
miseria y la pobreza será nuestra eterna acompañante, sin embargo, si leemos la
historia de la humanidad , y nos damos cuenta de la cantidad de historias de éxito
de los hombres y mujeres que no se quisieron ir, ni se quieren ir de ésta vida sin
hacer algo bueno por los demás, nos encontraremos muchas razones para creer
en nuestra capacidad en nuestro valor y en la enorme potencialidad que podemos
tener, hasta lograr los sueños más grandes y los profundos anhelos.
Nadie está destinado a la derrota ni a la mala vida, sólo somos presas de una
lenta o rápida autodestrucción al dejar de creer en nosotros y en que de manera
personal podemos crear nuestra personalísima historia de éxito.