La incapacidad de los partidos políticos en México, por formar nuevos integrantes
de sus institutos, que representan sus ideologías o por lo menos sus intereses en
una regiduría, una alcaldía, diputaciones senado algún ejecutivo estatal o federal,
queda al descubierto cada elección cuando los que se presentan a las contiendas
con los mismos, o peor aún, cuando acuden a artistas, luchadores, cantantes, y
demás figuras públicas con tal de asegurar sus registros u obtener el triunfo.
Las mañas de los partidos, no han dejado de sorprendernos, así el surgimiento de
nuevos liderazgos, se vuelve un despropósito o una labor imposible, una vez que
las cúpulas han comprendido del todo que deben seguir pegados a la ubre que les
da poder y les permite llevar una vida de lujos y privilegios.
Que tan cegados estaremos los ciudadanos, en especial los votantes, que desde
hace años seguimos permitiendo que nos compren con una despensa cuyo
contenido de la más baja o si acaso de mediana calidad, ayudándonos por un
corto tiempo, mientras permitimos meses y años de robos, saqueos y corrupción.
Tal parece que mantener pobre a la gente es también garantía de mantenerla
ciega, tuerta y con la alta posibilidad de ser comprada. Valdría la pena considerar
que la pobreza economía no cierre la mente y el pensamiento y se reciban las
supuestas ayudas a todos los políticos, pero a la hora de elegir se castigue a los
que ya tuvieron un cargo público y no hicieron nada y desde la población se
cobijen causas justas, y personas honestas que saquen a los vividores de los
partidos y la política, permitiendo así el cambio generacional y de conciencia en la
política nacional.
Lo grave de poner candidatos que no saben de la administración pública y de que
sólo se cuelguen de la fama de la gente para sostener su registro u obtener el
poder, es que, si de por sí, en el tiempo de los gobierno municipales por ejemplo,
se tardan un año aprendiendo, otro año medio trabajando y al otro ya se tienen
que ir y cierran sus arcas públicas, siendo políticos de cepa, imaginemos los
gobierno de quienes no tienen idea del delicado quehacer de la administración de
los recursos públicos en general.
Ciertamente, hay casos excepcionales en los que los postulados provenientes del
espectáculo dan resultados favorables, pero si buscamos en los anales de la
política, son más los casos que permiten ver lo profesionales que son en el fútbol,
la actuación o la lucha libre, pero no así para mantener el orden en los estados
que llegan a gobernar, o la creación de alguna ley, si es que lo que les tocó fue
legislar.
No hay partido que se salve, o que no haya colocado a algún famoso entre sus
filas, y no es malo que suceda, pues todas y todos ellos cuentan con sus derechos
políticos plenos, que les permite votar y ser votados, pero como ya he dicho, lo
que deja un lecho de mal olor, es el origen de usarlos para ganar por sobre los
demás, sin plan o conocimiento de las necesidades de la población que
representaran o por generar afecto y admiración de los que dirigen los partidos
políticos.
La legalidad en la elección de los candidatos de los partidos debe ir más allá de
cumplir con estatutos, debería considerarse la labor social de los que actúan en la
política, para que sea gente proba, con conocimiento de las causas sociales, con
arraigo en las comunidades y pueblos, con la experiencia y/o el conocimiento que
les haga capaz de resolver las más apremiantes penurias en las que viven los
pueblos de México. No se debe permitir que se impongan pseudo líderes, ni que
se reelijan vividores, antes se deben pasar por un tamiz a los corruptos, no sólo
para separarlos de sus cargos, sino para evitar que vuelvan a participar de la vida
pública de la nación.
No es posible que sigamos teniendo una democracia mediocre en la que elijamos
a los menos peores o que votemos por el malo conocido, antes que, por un bueno
por conocer, o dejándonos guiar por esas personas que no son políticas y que
viniendo de otro sector social pudieran hacer bien las cosas, dejando en las
manos de sabrá Dios quién, los recursos del pueblo y dejando el timón del barco,
a que tiene como fin más seguro, el atolladero
Vale la pena también mencionar a esas y esos que montados en la fama que les
ha dado la radio o la televisión, prestan sus nombres, a cambio de una cuantiosa
cantidad de dinero con tal de mantener a flote a algún partido políticos que sólo
con esta práctica deja ver sus verdaderos intereses que están más de acuerdo
con vivir del pueblo que servir a los ciudadanos.
Es posiblemente ahora, cuando más se exige que las autoridades hagan cumplir
cada ley, cada norma, cada reglamento que permita que transitemos a una
democracia digna de los mexicanos, que inhiba la compra de conciencias y las
postulaciones sin credenciales ni un trabajo que les preceda en el ámbito social,
de lo contrario, seguiremos pagando elecciones caras para tener mandatarios
baratos.