El elemento del Estado al que se le puede confiar por su naturaleza y
origen (si es que es democrático), un presente prospero o un futuro de
progreso para la población, es el gobierno, pues justamente en él y
sus malas o buenas decisiones se encaminan los senderos que le
hagan pasar a la historia y ser recordado de buena o mala manera,
como visionarios o y progresistas o como corruptos y grises.
Sin embargo, en el tema de las políticas públicas ejercidas por los
distintos gobiernos que han pasado, se pueden recordar en su mayor
parte malas acciones y decisiones, solo por poner un ejemplo basta
recordar el pésimo manejo del conflicto estudiantil que terminó en
asesinatos en el 1968, estando en el poder Gustavo Diaz Ordaz
Bolaños, y que no se olvida la infamia, y vive en la mente de muchos a
pesar que él murió 1979.
Ya dimos un ejemplo en México, pero si hacemos memoria también
podemos traer a colación el penoso periodo alemán o de la Alemania
Nazi, que por su puesto supera en toda proporción la maldad en que
se puede dirigir un gobernante a sus gobernados, o los conflictos
bélicos que se han liberado desde la primera hasta la segunda guerra
mundial, en que el hambre de poder y los intereses económicos
rebasaron toda propiedad humana que pudiera habitar en los hombres
o las mujeres sensatas en los que recayó la toma de decisiones; entre
salvar vidas o exponer a su mismas especia.
Que reprobable es la ciencia cuando se ha usado para someter al
hombre, para ganar respeto a base de miedo, mientras es gris el paso
por la vida de aquellas y aquellos que han hecho la guerra con las
ideas y han triunfado siempre teniendo entre sus manos la bandera
blanca de la paz.
En medio de tanta mala acción se olvidan las buenas, se pierden los
personales, como es el caso del michoacano que llevara a cabo
trabajos significativos para la no proliferación de armas nucleares en
América Latina; Alfonso García Robles, y sin embargo si se recuerda a
Adolf Hitler. Somo si valiera la pena aplaudir al malo y olvidar al
bueno.
No es mentira decir que mucha gente en la actualidad, tiene en la
mente, y hay quienes hasta veneran a los asesinos, a los sátrapas,
ladrones e incautos, mientras olvidan el trabajo para la humanidad de
Mandela, Luther King, Menchú o Gandhi, y gravemente y peligroso es
que sean los niños quienes también hagan eso, a falta de una buena
guía de un adulto o solapándolo, porque se pierde la esperanza para
que el planeta tenga buenas acciones, por supuesto ejecutadas por
ciudadanos de bien.
Desde luego que es de observar en el caso del gobierno, cuáles son
sus ideales, pero sobre todo bajo qué principios actúan, pues es fácil
hacer diario oración, o guardar cada día que al buen cristiano se le
pida, pero al salir del templo, hacer comidilla del prójimo, ungirse en la
burla, la hipocresía o el odio.
Si bien es tema personal, nuestras creencias y gustos, vale la pena
recordar que no se puede gobernar como nosotros queremos, somos
o pensamos, si no como es mejor, adecuado, necesario o solicitado
por toda la población.
Los gobiernos son la representación de todas y todos, son los
garantes de los derechos humanos y sociales, quienes han de llevar al
progreso económico y personal, luchando contra la opulencia y la
ignorancia, y abonando a la igualdad y el bienestar de cuanto
habitante tenga su territorio.
Ciertamente no podemos pedir tener necesariamente monjes o santos
como gobernantes, pero sí envestidos con sensatez y respeto a los
ciudadanos, pues no se puede caer en mentira tras mentira, menos
aun cuando hay tantas esperanzas en que se hagan bien las cosas.
Las democracias modernas exigen que exista respeto de todas las
expresiones religiosas, como de los grupos académicos; públicos y
secretos, pero también deben imperar por sobre todo eso, la verdad y
la congruencia, pues aunque en campaña se prometan puentes en
donde no existan ríos, y haya gente que les crea, la inmensa mayoría
de los ciudadanos sabemos tomar decisiones y castigar a los que nos
creen mansos corderos, a los que nos exprimen, o abusan, y no vaya
a ser que en el 2021 las cosas se reviertan en las elecciones, sino es
que antes en los lugares en los que los calendarios electorales son
más próximos.