Por Ricardo Burgos Orozco
Hace unos días cruzaba la Avenida División del Norte en la Ciudad de México. Observé si no venía alguna bicicleta o motocicleta del lado de la circulación, y cuando intenté cruzar, una mujer apareció pedaleando a toda velocidad su bicicleta, del lado contrario. Estuvo a punto de atropellarme, alcancé a escuchar su grito cuando ya la tenía casi encima; me salvaron mis reflejos, alcancé a retroceder unos pasos y la libré. Ella nunca se detuvo, siguió su marcha, sin importarle nada.
Esos vehículos, tanto de motor como de pedales, se han convertido en una amenaza para la seguridad de los peatones e incluso de los automovilistas, porque no les importa por dónde circulan ni del lado del tránsito que viajan.
Bueno, si aquí se han convertido en una calamidad para muchos de nosotros, me imagino que en otros países como Holanda, donde el 54 por ciento de la población usa la bicicleta como transporte, no es lo mismo, porque allá sí respetan sus normas y leyes.
El estudio Worldwide Cycling Index, que analiza la penetración del ciclismo en todo el mundo, apunta que hay 518 millones de ciclistas, lo que implica un crecimiento del 7 por ciento de quienes usan este tipo de transporte para movilizarse en sus ciudades.
Los países que más han aumentado el uso de la bicicleta son: Polonia, Chile, República Checa, Suecia y Luxemburgo. Los países con un mayor número de bicicletas por habitante son: China, Bélgica, Suiza, Japón, Finlandia, Noruega, Suecia, Alemania, Dinamarca y, como lo apunté líneas arriba, Holanda.
En México, de acuerdo con una encuesta, el 24 por ciento de los mexicanos usa bicicleta cuando menos una vez por semana y el 68 por ciento prefiere este medio de transporte al automóvil. Muchas otras personas reconocen que pedalear es muy bueno para la salud, pero por lo que he observado, la mayoría de los ciclistas y motociclistas desconoce el reglamento de Tránsito de la Ciudad de México. Seguramente en cada uno de los estados de la república hay un reglamento similar.
El reglamento se aplica a todos los vehículos matriculados en México o en el extranjero, así como a sus conductores, pasajeros y propietarios. También establece normas específicas para los conductores de motocicletas y la prohibición de circular por vías exclusivas y de realizar maniobras peligrosas.
Algunas de las normas para los ciclistas son:
- No circular por los carriles centrales o interiores de las vías de acceso controlado.
- No circular entre carriles, excepto para colocarse en un área de espera ciclista.
- No ir en sentido contrario o en zigzag.
- Cargarse al lado derecho del carril y permitir que otras bicicletas pasen por la izquierda.
La mayoría de los ciclistas circula por donde se les pega la gana, sin importarles si es sentido contrario o no, lo que hace que primeramente se pongan ellos en riesgo y puedan provocar algún accidente a automovilistas y peatones que se encuentren en su camino. Por supuesto, desconocen el reglamento y eso es imperdonable.
Ahora ya son miles o tal vez millones de ciclistas y motociclistas los que circulan en el país, especialmente en la Ciudad de México. Lo menos que se les debe exigir, así como ellos reclaman sus espacios, es que respeten las normas de tránsito y eviten accidentes.