– ¿Dónde está mi dinero…?
– ¡El dinero está en esta casa que nos hicieron mientras trabajabas allá! en los muebles que me dijiste que comprara; en los centavos que me dijiste que le diera a tu abuelito enfermo.
– ¡No es cierto, yo mandé mucho más que eso…! ¡quiero mi dinero! o te las vas a ver conmigo de otra forma…
En los siguientes días se le puede ver a la mujer salir con sigilo a la tienda por el mandado; el maquillaje oculta en lo posible los golpes recibidos por el macho norteño, que quiere que sus dólares enviados durante su estancia en los Estados Unidos se multipliquen…, como dicen que alguna vez alguien lo hizo. Bueno hasta hoy es un simple acto de fe, aun no hay un solo dato que diga lo contrario; como puede ser una simple sospecha que a esa mujer; a la esposa del norteño le han dado una o varias golpizas…
Esta situación de las parejas jóvenes de tipo disfuncional (por que él se va al norte, y ella se queda en casa con los hijos, y debe cuidar vida y hacienda) se repite mucho en estos tiempos; ya quedan pocos vestigios de aquella pareja más conservadora y leal, que de alguna forma hacía equipo para enfrentar las circunstancias de la vida temporalmente separados.
Paradojas de la vida, antes no había internet y pocas oportunidades de llamar por teléfono; pero cada carta que se enviaba o recibía, regularmente llevaba una mezcla de lo mejor que unía al norteño y su pareja; en ellas, se sellaba la comunión de cada parte de los dos cuerpos, y eso que hemos dado en llamar el alma, o el corazón, si se quiere mas romántico.
Regularmente los novios, dada su calentura y emoción por resolver, regularmente era normal que se escribieran una carta cada quince días; algunos podrían hacerlo , dado su amor y prisa, semanalmente; señal de los tamaños de su amor y cosquillas. Regularmente los esposos se escribían cada mes; de esa forma se lograban dos objetivos: primero reforzar el amor y nostalgia que hacen la magia de esperar, extrañar y desear; el segundo elemento para escribirse mensualmente, lo explica que de esa forma el norteño tenía posibilidad de meter en el sobre unos billetes, regularmente de 50 o 100 dólares; o algún cheque, que luego ella, su pareja, habría de cambiar en las tiendas donde se abastecía de su mandado familiar; o en la mueblería que hacía negocio con las remesas del norteño ofreciéndole muebles; hasta en eso tenían que sufrir las señoras de los norteños…¡buscando quien les hiciera el favor de cambiarles el cheque!
Eran otros tiempos más románticos y leales; menos modernos, pero mas auténticos; cada carta era verdaderamente un diálogo entre dos personas y un destino común…¡el resto de su vida juntos!
Por desgracia, hoy, las remesas se han incrementado, pero igual los problemas de tolerancia entre las parejas; aunque los medios de comunicación se han diversificado, no ha mejorado la sensación cariñosa; ya no se escriben cartas; las grandes empresas financieras les cambia el cheque y les quita buena parte de este, por medio de altas comisiones; jodiéndolos más que antes. Pero queda la sensación de vacío que antes se llenaba con mucho cariño, lealtad y añoranza que se escribía letra a letra en las cartas.
Sin necesidad de demostrar, lo que se que existe, hay miles, millones de viejos norteños, que aun guardan cartas recibidas hace…, digamos 30 o 40 años; hoy puede estar con su pareja o no; pero puedo asegurarle que eso así funcionaba cuando el norte era señal de lucha, sacrificio y nostalgia por la familia. No digo que esos tiempos fueran muy románticos…¡toda separación amorosa es traumática!
cuál de los dos amantes sufre más pena
el que se va o el que se queda,
el que se queda se queda llorando,
y el que se va , se va suspirando…
Y tengo la sospecha de que no se va suspirando…se va llorando, los he visto…¡ lo he experimentado personalmente!
Por desgracia, hoy las remesas se han incrementado; pero los jóvenes han dejado de lado parte de esa idea romántica que antes, décadas atrás, se sostenía de manera firme…, el norte como la mezcla que nos iba a hacer mas fuertes contra la distancia y la nostalgia; el norte, como la prueba de los tamaños de nuestra lealtad y amor.
Hoy, los tiempos modernos nos desnudan en nuestras limitaciones emocionales y de tolerancia; cada vez somos más egoístas, buena escuela es la de los gringos, que tienen por Diós al dinero; buena escuela del individualismo que nos puede llevar a confundir a nuestra pareja con una simple receptora de nuestro dinero, que ha de regresar a nuestras manos íntegro, solamente por que se nos antoja así. Quizá ya no nos importa que alguien nos espere en casa…; o quizá ya hemos encontrado a alguien por allá…, quizá.
A veces bendito, en otras maldito norte…
Un abrazo y hasta luego.