Cuando cubría la fuente política en los años ochenta nunca había sorpresas en las elecciones de cualquier nivel; el entonces poderoso Partido Revolucionario Institucional ganaba de calle. Por eso en aquel entonces grillos, políticos y acomodaticios se peleaban cualquier puesto de elección popular porque sabían que la tenían ganada. Llegué a saber que para una plaza para aspirante a diputado había de menos cinco mil tiradores, aunque, como siempre, las decisiones las tomaba a final de cuentas el presidente y los principales líderes.
Los tiempos han cambiado y ahora una candidatura no te asegura un puesto pese a que sigue teniendo mucho arrastre la figura del líder natural del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador. Todos los aspirantes usan su imagen y sus declaraciones para obtener el triunfo.
El pasado 5 de junio hubo elecciones en seis estados; en cuatro ganó Morena, en los otros dos la coalición PRI, PAN, PRD. Aguascalientes y Durango fueron las únicas entidades para la oposición; Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas van a ser gobernados por Morena por primera vez en la historia.
El mapa político ha estado cambiando drásticamente en los años recientes. También han cambiado las circunstancias, ahora miles se pelean por un lugar en Morena, como ocurría en los buenos tiempos del PRI, tanto desde los altos niveles hasta los más modestos. Por eso, hay quien compara un partido con el otro, aunque dudo que Morena se eternice 70 años en el poder.
Preocupa que cada vez hay menos oposición. Ahora para competir con seriedad PRI, PAN y PRD deben juntarse. Propongo que se integren en un solo partido y así hasta nos ahorramos dinero de prerrogativas.
Lo peor es que la gente encuentra cada vez menos alternativas para ejercer sus derechos democráticos de votar. Hay millones que quieren opciones diferentes porque no les convencen Morena y sus satélites como el Partido del Trabajo y el Verde Ecologista. PRI, PAN y PRD están en peligro de extinción, es la realidad.
Por eso la lucha en las próximas elecciones, del 2024 por cierto, será para vencer el abstencionismo. Los ciudadanos ya no quieren salir a votar porque están desmotivados. Se demostró en las elecciones del domingo 5 de junio. Ganó el abstencionismo por un amplio margen. Es increíble que alguien, del partido que sea, gané los comicios con una participación del 38 por ciento como ocurrió en Oaxaca, aunque en este caso afectó sobremanera el paso del Huracán Ágatha. Pero en promedio la participación ciudadana en los seis estados en competencia fue del 50 por ciento.
Nadie puede estar contento con esos números de abstencionismo, ni Andrés Manuel López Obrador, ni el líder de Morena, Mario Delgado y mucho menos los dirigentes del PRI, PAN y PRD, a menos de dos años de elegir a sus candidatos a la presidencia de la república.